En el transitar de la vida, se nos ofrecen caminos
múltiples para andar, sabemos que existen momentos en los cuales, las comunes y
no habituales dificultades, se presentan para limitar la continuidad de los
pasos, en ese momento, parece que todo el universo se detiene, puede ser tan
complejo el instante, que parece un escenario detenido o congelado y donde el
afectado está colocado en el epicentro solitario y desolado, pensativo en el
próximo paso, escuchando como las piedras caen por el abismo, y supone que
cualquier movimiento será más complejo y peligroso que permanecer inmóvil,
sientes que el aire de la angustia congela cada musculo cada nervio, sientes
que ese abismo te espera para terminar con tu intención.
En el momento que el
sudor recorre tú frente y la mente se plantea que ha llegado el final de ese
esfuerzo, ves una cuerda y escuchas una voz, de ayuda; sientes entonces un
resurgir del alma, sientes el nuevo impulso, tu mano toma la cuerda, tus oídos obedece
al sonar de la voz de ayuda, el abismo desaparece como enemigo y al llegar a la
cima sientes el abrazo fraterno del colaborador, piensas que Dios de nuevo esta
contigo para superarlo todo y es así por siempre, ahora miras al abismo y sabes
que has de seguir, sabes que ese abismo no lo es…sabes que la adversidad con
tenacidad y el amor de Dios puede vencerse, entonces el desafío es seguir
adelante sin el temor de caer pero con la precaución de no hacerlo. Dios les
bendiga a todos.