Siento la tristeza de tantos venezolanos, siento la impotencia de quienes se formaron para defender al
ciudadano a través de la justicia, siento el dolor de tantas familias, de
tantos padres, siento que estamos en una compleja situación, de nuevo el luto
toca el alma de esta Universidad. Donde está la esperanza, es algo que podemos
preguntarnos muchos, cuál será la vía más correcta a seguir para superar esta situación.
Donde está la verdadera responsabilidad del Estado para brindarnos seguridad a
todos los ciudadanos por igual, donde están los verdaderos cuerpos de policía que
nos garanticen protección, donde están los ciudadanos que desde un hogar por
humilde que sea fue dotado del valor humano por la vida, mucho nos preocupamos
por tener calles acordonadas de funcionarios armados y apertrechados de
municiones, equipos y sabe Dios qué tecnología, como una que le instalaron a un
importante funcionario del gobierno producto del regalo de un país muy lejano,
para detectar la posibilidad de francotiradores.
Creo que la primera preocupación la tenemos en la familia, es cierto que el
hambre y la necesidad es compleja de manejar, pero jamás será más fácil robar que
trabajar dignamente. Como reto les digo, párense en una esquina con una lata vacía, colóquese
un cartel escrito sin ortografía, exprese que necesita que le ayuden, y puedo
apostar que alguien le regala aunque sea una moneda; pero parce en una esquina
con un arma de juguete y colóquese un aviso donde le aclare a las personas que
se acerquen, que serán atracadas por usted, como mínimo le pasan un carro y lo atropellan.
Es que acaso no vemos, como se está
perdiendo la honorabilidad de la familia, la pobreza y la humildad no es un sinónimo
de futura delincuencia, por eso, somos nosotros los primeros del accionar para
lograr una sociedad de paz, de armonía, de respeto. Debemos dar mayor atención a
la familia. Ese es el mayor de los llamados a reaccionar, ese es el norte a mejorar,
salimos a la calle a enfrentar a diario la posibilidad de violencia, solo Dios
es nuestra esperanza de protección, pero donde está la presencia del Estado,
hasta donde llegará esto, cuantos jóvenes mas serán arrancados de nuestro lado,
no hemos logrado comenzar a recuperar la vida cuando la perdemos de nuevo.
En este comienzo de semana, veo de nuevo cristales rotos, cristales donde
se reflejó el futuro de un hijo, de una hija, que ya hoy no están, hoy esos cristales
se empañan con lagrimas, con dolor, ahí estaremos brindando nuestra mano para
levantar a esas familias, seguimos en luto activo, pero esperamos que en este país
se tome conciencia que la violencia no puede seguir siendo un discurso ni una doctrina,
el enemigo a vencer no es un individuo, el enemigo es el abandono de los
hogares, la falta de valores, la falta de una sociedad de hermanos. Espero que
Dios nos proteja, espero que brinde la iluminación a quienes pueden tomar
decisiones en el Estado, y pueda de esa forma garantizar nuestra seguridad,
espero que Dios proteja toda nuestra sociedad.