Ante todo Señor, perdóname por este
momento de ira y dolor, nuevamente una vida se nos va por esta delincuencia que
nos aborda sin ninguna dificultad. De nuevo una familia se sumerge en el dolor con
la pérdida de una vida que estando en el seno de la Institución, se formaba
como un próximo profesional, esperanzando a sus seres queridos, pero la indigna
delincuencia se llevó toda esa intención con un disparo que nos seguirá doliendo
como el de todos los que se nos van día a día. Ese parte de guerra que se
obtiene todos los amaneceres no deja de menoscabar las esperanzas de nuestras
familias, cuantos más desfilaran Señor por esta calle de dolor y muerte.
No todo puede converger en el
complejo universo de la política, pero han permitido que zonas de nuestro
Estado sean verdaderos triángulos de la muerte por culpa de la delincuencia, se
ha permitido que el mal conviva con nosotros, ya ellos delimitan su territorio,
y cada día la impunidad cobra más espacio, pero nadie puede interceder, algunos
dirán que se debe a la falta de una policía bien pagada y armada, otros a la
falta de una verdadera coordinación, quizás alguno afirme que es un problema
social, pero quienes señalan a la familia como esencia de buena conducción tendrían
razón si para estos casos existiera familia… en esos hogares ya no existe rastro
alguno.
Y entonces concedemos credibilidad
que el sistema será capaz de detener a los responsables, que las cárceles impondrán
en el sitio para pagar la pena, cuando sabemos la realidad presente en esos
sitios. Queda entonces tomar a nuestros muertos, llevarlos a su descanso eterno,
orar por quienes quedan, pedir a Dios fortaleza y continuidad para las familias
afectadas. Queda nuestro corazón de nuevo enlutado, continúan los delincuentes
ganando espacio sin que nadie logre hacer algo efectivo, pero los ojos de Dios si
distinguen al culpable, y es su fuerza divina, la única que lo buscará hasta en
la oscuridad más profunda, y en ese momento su mano dispondrá el pago del
delito.
Esta sociedad no soporta un hermano más
caído, un hijo perdido, un amigo que no vendrá más a clase, un nombre que no
escuchara más. Hoy nos ocuparemos de nuestros muertos, llevaremos nuestro
pesar, pediremos la justicia divina, pero nos activaremos para con nuestra voz
hacernos escuchar, decirle al mundo que esto no puede continuar, que la
impunidad no puede ser un sistema de vida, para ello seguiremos promoviendo la
vida y el respeto a la misma como un valor insustituible en nuestras familias,
y lograremos una red que le quite el espacio al mal, sin que se dispare fuego
alguno. El Señor permita su voluntad para todos en este mundo. Protégenos por
siempre y danos tu bendición.